la capital 2
Tras la asistencia al musical, recorrimos las calles en busca de un local donde tomar la última, pero los madrileños ya se estaban recogiendo, los servicios municipales tenían las aceras limpias y regadas, nos decepcionó ver que no había vida de noche, pero al día siguiente nos alegró comprobar que lo bueno de la vida estaba aun por venir.
Salimos de mañana a disfrutar de un domingo en la capital, usamos el Metro y paseamos por el Retiro, vimos a los mimos y a los peces del lago, acabamos el paseo en la puerta del Prado, y ya que estábamos allí, entramos a ver los cuadros.
Visitamos sobre todo las salas dedicadas a Goya, Velazquez y Rubens. En algunas obras perdimos mucho tiempo porque nos gustaron mucho, como “La Fragua de Vulcano”, “Los borrachos”, “Las Meninas”... Era una visita breve y prescindimos de usar esos telefonillos donde te explican todos los secretos del cuadro, entonces teníamos que prestar mucha atención a los detalles y usar nuestra imaginación.
Salimos paseando por delante de Neptuno, Paseo del Prado y Atocha, acabamos tomando unas gambas en una taberna, y comimos en el Museo del Vino, unas pochas y unas paellas buenísimas. Disfrutamos nuevamente de un paseo por las calles, y pasamos la sobremesa despidiéndonos de nuestros amigos y de sus perros.
Al atardecer llegábamos cansados pero ilusionados a nuestros hogares, a deshacer las maletas y acomodarnos otra vez a la deliciosa rutina de nuestra ciudad.
Salimos de mañana a disfrutar de un domingo en la capital, usamos el Metro y paseamos por el Retiro, vimos a los mimos y a los peces del lago, acabamos el paseo en la puerta del Prado, y ya que estábamos allí, entramos a ver los cuadros.
Visitamos sobre todo las salas dedicadas a Goya, Velazquez y Rubens. En algunas obras perdimos mucho tiempo porque nos gustaron mucho, como “La Fragua de Vulcano”, “Los borrachos”, “Las Meninas”... Era una visita breve y prescindimos de usar esos telefonillos donde te explican todos los secretos del cuadro, entonces teníamos que prestar mucha atención a los detalles y usar nuestra imaginación.
Salimos paseando por delante de Neptuno, Paseo del Prado y Atocha, acabamos tomando unas gambas en una taberna, y comimos en el Museo del Vino, unas pochas y unas paellas buenísimas. Disfrutamos nuevamente de un paseo por las calles, y pasamos la sobremesa despidiéndonos de nuestros amigos y de sus perros.
Al atardecer llegábamos cansados pero ilusionados a nuestros hogares, a deshacer las maletas y acomodarnos otra vez a la deliciosa rutina de nuestra ciudad.
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